La regulación emocional es la habilidad para manejar las emociones propias y ajenas, moderando las negativas e intensificando las positivas, sin reprimir ni exagerar la información que comunican, esta habilidad mejora la calidad en las relaciones sociales.
Nuestro papel como educadores consiste en ayudar a los pequeños y pequeñas a identificar una situación, reconocer cómo los hace sentir y expresar la emoción de forma adaptativa (ósea sin exagerar).
Es importante tener en cuenta que los niños(as) carecen de esta habilidad, por lo que es nuestro reto es enseñarles, por favor, no esperemos que a la edad de 2 años exprese con madurez enojo y frustración.
Analicemos el siguiente ejemplo:
Un(a) niño(a), está en la tienda con sus padres, observa un chocolate y expresa una necesidad “papá, ¡quiero chocolate! (o lo señala) El papá responde –No, porque aún no has comido. Él (ella) se da cuenta de que no obtendrá el dulce y esto se traduce en ENOJO, que desencadena conductas como: llanto, gritos, se tira al suelo diciendo “quiero chocolate”.
La expresión del enojo es excesiva, por lo que es una excelente oportunidad para entrenar la regulación emocional. Si el pequeño tiene menos de tres años podemos implementar las siguientes estrategias:
- Evitación del estímulo estresante: retíralo(a); si es posible llévalo(a) a un lugar privado donde pueda calmarse y no vea “el chocolate”.
- Relajación corporal: Podemos darle su vasito con agua, su peluche preferido, una mantita o si lo permite un abrazo o palmaditas en la espalda.
- Distracción: Cuando el enojo empiece a disminuir, puedes mostrarle los artículos que compras, sus colores, etiquetas, platícale para que sirven o canta una canción.
- Descripción de lo que sucede: puedes decir cosas como “¡uy! el enojo se hizo tan grande, que te hizo llorar y gritar, pero veo que se está haciendo chiquito”
- Utiliza un lenguaje lúdico: Dile que vas a guardar al ENOJO en la bolsa para que lo deje de molestar y después se lo regresas.
Si es mayor de tres años, ya puedes establecer un dialogo con él o ella, por lo que te recomendamos las siguientes estrategias:
- La emoción exagerada es el problema, el niño(a) NO ES EL PROBLEMA: Si tienes la oportunidad de estar presente cuando se inicia un evento describe lo que pasa: “hijo(a) me doy cuenta de que el enojo está apareciendo” “No dejes que te domine” “eres más fuerte que el enojo” “te ayudo, que te parece si vamos a comprar frutas o panqueques para la cena”. Si logra regular la emoción felicítalo(la) con abrazos, besos o frases alentadoras “sabía que podías” “estoy orgulloso(a) de ti” “Eres un(a) gran domador(a) de enojos”
- Tiempo fuera: Dile que le darás un espacio o tiempo para que controle su enojo, que cuanto se sienta mejor aquí estás para abrazarlo(a).
- Expresión verbal: Invítalo a hablar “No llores, mejor dime, mamá me enoja muchísimo que no me compres lo que quiero”.
Si el berrinche fue inevitable, deja que pase el estallido de conductas (llanto, gritos, etc.) y pon en práctica las siguientes técnicas:
- Evaluación de los pensamientos: consiste en hacer preguntas para que el niño o niña reflexione. Por ejemplo, ¿Hijo(a) que fue lo que realmente te molestó? ¿Qué tan importante es para ti? ¿Qué pasa si no lo obtienes? ¿Qué piensas de tus conductas?
- Consecuencias: Hacerle ver que aunque llore, grite, de patadas, etc., no obtendrá lo que desea.
- Utiliza un lenguaje lúdico: “que te parece si para la próxima tú le ganas al enojo” “conviértete en un domador del enojo”
Debes tomar en cuenta que las anteriores estrategias solo funcionan si eres constante, mantente positivo(a), repítelas cada vez que aparezca una emoción displacentera y veraz que funciona.
¡Respira y ánimo, tu puedes!